miércoles, 16 de septiembre de 2009

Las reglas del amor/ El final.


Sabes para que sirven las reglas del amor?


Para no lanzarse o clavarse mucho en una historia. Porque enamorarse le da miedo a todos, entonces es más fácil esconderse detrás de la fantasía. El príncipe azul no existe. Amar es otra cosa: es aceptar a una persona con sus defectos y sus errores y aun así amarlo con mayor intensidad. Trata de entenderlo.


Nadie hace caso del agua que va después de la lluvia, de cuando vuelve el Sol. Poco importa si sobre esa agua hay lágrimas después de haber llorado por amor, por dolor.El agua se evapora, vuelve al aire y a nuestros pulmones, respirando el viento que sentimos en la cara y las lágrimas vuelven a entrar en nosotros, como las cosas que hemos perdido, pero nada se pierde en realidad.Cada segundo que pasa, cada luna que surge no hacen más que decirnos: ¡Vive! Vive y ama lo que tu eres, como tu seas, por lo que seas.


Mira en lo alto hacia el cielo, cierra los ojos y no te canses de soñar. La vida es muy corta para no ser felices. La vida es demasiado corta como para no amar intensamente. La vida es demasiado corta para no soñar. Nunca pierdas la ilusión.

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Lejos, mucho más lejos, sobre el sofá de una casa elegante, dos personas juntas se abrazaban.


-‘Te amo, te prometo amarte hasta mi final´ le dijo ella con voz enamorada.

El no supo que contestarle aún, con su torrente de recuerdos encima de él.

-‘Si.’ Después le dijo lo que él ahora creía, lo que significaba su nueva y unica verdad. ‘Yo no amo a nadie más que a ti, te amo.’


Y en ese momento un sentimiento de tristeza le toca igualmente el corazón. Un cruel destino radiofónico cae sobre el, casi golpeándolo. Nuestra canción, cruel karma en su cabeza y sin predecirlo comienza a llorar.


-‘Porque lloras?’ Le dijo ella preocupada

-‘No lo se.’ le contestó con voz ahogada.No consiguió ninguna respuesta. Quizás porque no existía.

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Sentada en la mesa con mi hermana a media noche comenzé a pensar, en todo y en nada a la vez, pero de una cosa estaba segura. Nadie podrá amarlo como lo amaba yo, no podrán adorarlo de ese modo, no sabrán darse cuenta de todos sus dulces movimientos, de esos pequeños de su cara. Es como si solo a mi me hubiesen concedido ver, conocer el verdadero sabor de sus besos, el color real de sus ojos.Ninguna mujer nunca podrá ver eso que he visto yo.


Ella mucho menos que todas. Ella tan real, cruda, sumisa, inútil, material. La imaginaba así, incapaz de amarlo, deseoso solo de su cuerpo, incapaz de verlo verdaderamente, de entenderlo, de respetarlo. Ella no se divertirá con esos dulces caprichos. Ella no amará también sus manos, sus uñas comidas, sus pies ligeramente rellenos, esas pequeñas cosas escondidas, no podrá tanto. Quizás si lo verá, que terrible sufrimiento, pero no será capaz de amarlo. No de esa forma. La tristeza se apoderaba de mis ojos. Mi hermana me mira preocupada.


-‘Da asco verdad? Si no quieres mas, déjala. Hay mas comida.’ Alzé la cara hacia mi hermana y muevo la cabeza tratando de sonreír.


-‘No sis, esta buena, en serio.’

-‘Quieres hablar?’

-‘No, es una fea historia.’

-‘Peor que la mía?’ Yo asentí. Una mirada fraternal en el verdadero sentido de la palabra, aunque no sea la primera vez.


-‘Vamos a dar un paseo en el carro, te parece´ le dije a mi hermanita

-‘Claro, porque no'.


Y salimos a la noche calurosa y sofocante de verano.En mi auto corría veloz por las calles de la ciudad, atravesaba cruces, superaba semáforos amarillos, silenciosa, ágil. El viento acariciaba mi cabello. Algunas personas se estacionaban rápido en segunda fila frente a una iglesia. Iban a misa.


Por un momento me dieron ganas de entrar, de pedir algo, de rezar. Pero después me pregunté que le podría pedir a Dios en estos momentos si lo unico que quería era aquello que era irrealizable? Nada. Dios es feliz. El tenía a las estrellas. Miré a lo alto, al cielo. Nítidas, por millones parecen inmóviles brillando.


De repente ese café oscuro de sus ojos me parecía lejano como nunca, inalcanzable. Entonces aceleré, mientras el viento me lastima la cara, mientras mis ojos comienzaban lentos a lagrimar y no solo por el frío. Sentí a mi hermana tensarse a un lado de mi.


-‘Anda sis no corras. Tengo miedo!’ Me dijo.


Yo también tengo miedo hermana. Tengo miedo de los días que vendrán, de no poder resistir, de eso que no tengo más, de eso que ahora es del viento. Bajé un poco la velocidad. Por un momento me pareció escuchar SU risa. Esa risa fuerte y alegre. Su cara, su voz hermosa.


-‘Verdad que nos divertimos siempre, no?’ me decía y mas risas y mas bromas, siempre juntos, siempre alegres con las ganas de vivir, de caerse a dolores de estómago por la risa, con un sandwich en la playa a la mitad y muchos sueños. Entonces aceleré de nuevo.


Era hora de regresar a casa. Era hora de comenzar de nuevo, lentamente, sin dañar el motor. Sin muchos pensamientos. Solo con una pregunta: ¿Regresaría alguna vez arriba, en ese lugar tan difícil de alcanzar, ahí, donde todo parece bello? Y en ese mismo instante cuando me lo pregunté, ya sabía la respuesta.

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