martes, 8 de diciembre de 2009

Nuevo libro "The magic day/un día mágico"


Uff… que difícil empezar a escribir. Bueno, tendría que presentarme.


Antes de decirles mi nombre les voy a decir quién soy. O quién no soy mejor: no soy normal. No soy una mujer a quien las cosas le fueron difíciles en la vida, nunca me tocó sufrir problemas de dinero, ni problemas de divorcios de padres, ni problemas escolares, digamos que siempre tuve una vida lo suficientemente calma como para aburrirme hasta límites insospechados.

Lo cual no quiere decir que no tenga una vida perfecta: muy por el contrario: creo que tanto aburrimiento y tanto “no pasa nada” me llevaron a angustiarme por la nada misma.

El tema es que en vez de salir en las noches o ver televisión yo leo libros. De fantasía y no tanto. Recuerdo de pequeña tomar los libros que mis padres dejaban olvidados encima de mesas o arriba de la televisión. Pero por sobre todas las cosas: tenía y tengo una gran imaginación.

Literalmente y no estoy exagerando, no hay día que no salga con una mariguanada. Lo que más me afectó en mi vida es que por más que no quisiera, en cualquier relación, ya sea de amor o una simple amistad, siempre salía lastimada o decepcionada. Siempre fui demasiado buena, creo que ese fue mi problema. Pero eso no me hacía dejar de creer en el amor ni en la magia de un buen amigo.
Lo que decían de mí me afectaba absolutamente demasiado y seamos sinceros, los comentarios de las personas pueden ser muy destructivos. Tal vez debería enfocarme más en las cosas positivas que estas personas me dieron pero así es el ser humano: subjetivo y con memoria selectiva; casi siempre a lo negativo.

Y siguiendo con mis traumas, mis padres. No es que nunca me hayan apoyado, nada que ver. Siempre estuvieron dispuestos a ayudarme y cumplirme los caprichos. El tema es que mis padres tiraban muy alto. Me decían qué tenía que hacer y qué no. Se empezaron a preocupar por mi aspecto físico pero jamás se preocuparon porque yo no tenía amigas o porque leía demasiado o porque no recibía llamadas telefónicas ni quería festejar mis cumpleaños. Esas cosas parecían no interesarles y se escudaban bajo la oración: “es que es una nena especial”.

Especial. Eso fui siempre, o al menos eso escuchaba que se hablaba de mí. Eso me hicieron creer, o eso querían que yo escuchara, o eso querían que los demás escucharan. Especial. Entonces me hacían tomar clases de piano.

Mis habilidades eran muchísimas: danzas, bailes de todos tipos, futbol, piano, natación, inglés. A los cuatro años empecé a estudiar inglés y poco más tarde a nadar en un club. Era excelente en inglés y mucho más buena en natación. Pronto empecé a competir en torneos y gané casi todas las competencias.

Sí, tengo miedo al fracaso. Por eso odio los exámenes y odio que mucha gente lea este libro y pueda criticarme. Pero con el tiempo y con los retos de mi vida me di cuenta de que lo que piensa la gente no me interesa, o que al menos puedo fingir que no me interesa y puedo hacer que la gente crea que soy autosuficiente. Lo cierto es que me interesa por demás de la línea de lo normal o esperado. Sí, claro. Siempre excediendo esa línea. Esa soy yo, la que excede los límites de lo normal. Pocas veces para bien.

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